Hay días agotadores en los que termino con un colapso total entre las mantas. Otros, sin embargo, termino abriendo puertas a otros mundos, a otras épocas, o conociendo a auténticos gurúes de las muchas y variadas disciplinas que me atraen. Esas noches disfruto muchísimo zambulléndome entre las mantas y eligiendo el canal de lectura que deseo sintonizar. Actualmente comparto aventuras con dos libros muy distintos pero a la misma vez muy relacionados:
- El clan del oso cavernario, de Jean M. Auel.
- El profesor emocionalmente competente, de Juan Vaello Orts.
Dependiendo del día me adentro en la sabiduría de Vaello o en el lejano pasado de Auel. Pero curiosamente los dos retratan, en distintos momentos, una realidad universal: la dificultad del cambio.
(Fuente: Wikipedia)
Los neanderthales no fueron capaces de adaptarse a los cambios, estaban condenados a la inercia, a lo establecido, y por eso desaparecieron. No ocurrió lo mismo con los cromagnon, quienes desplegaron todos sus recursos para sobrevivir, para reinventarse si era necesario.
Es curioso, pero creo que algo parecido está ocurriendo en el panorama educativo actual. De hecho, creo que la profesión docente en sí misma está ahora en esa encrucijada fatal y esperanzadora al mismo tiempo. ¿Queremos ser cromagnon o neanderthales?
Vaello lo refleja de una forma muy clara en su gran libro. Ante los cambios, ante la innovación, los seres humanos en general y el profesorado en particular, pueden adoptar dos roles muy distintos:
profesores comunicadores y grabarles en vídeo. ¿Las dudas? Fácil, un foro y un servicio de profesores de bajo coste que las resuelvan desde un centro de teleasistencia en algún lugar del globo... Es lo que tiene este mundo global en el que vivimos. Y es lo que le espera con total seguridad a esa Educación basada en clases magistrales donde se da el contenido, donde se da el temario, y donde poco importan los aprendizajes.
Mientras esa sea la concepción de nuestra labor, mientras los contenidos sigan siendo el centro de atención (aunque no se aprendan, ni se apliquen, ni se combinen), mientras dar el temario sea nuestra misión, nuestra profesión estará condenada a desaparecer.
¿Suena disparatado? ¡Ojalá! Eso significa que vemos la Educación como algo que va mucho más allá de la mera transmisión de contenidos al alumnado desde un púlpito, de la memorización por parte de estos y de la regurgitación al estilo Cut&paste el día del examen... Y es que una vez se han pegado los contenidos al papel o al cuestionario de Internet, poco queda dentro...
Los cambios no son sencillos y en ningún momento se puede reducir la problemática de la Educación al daño ocasionado por una metodología obsoleta (ahora disfrazada con TIC); hay muchos otros factores igual de importantes, como el hecho de que existan muchos padres y madres que dedican mucho dinero a sus hijos... y poco tiempo; por no hablar de esa horda de habitantes del planeta educativo (y ciudadanos en general) que, aún llevando 20 años fuera del aula, se atreven a decir cómo debe ser o cómo no debe ser el trabajo a realizar; o a decir que el profesorado no trabaja lo suficiente... La idea de fondo, por tanto, es animar al cambio y, ante todo, respetar el derecho al mismo por parte de los valientes que se adentran en esa necesaria aventura... ¡Porque son el futuro!
(Este post está dedicado a Aida Ivars, ¡una cromagnon increíble!)
Es curioso, pero creo que algo parecido está ocurriendo en el panorama educativo actual. De hecho, creo que la profesión docente en sí misma está ahora en esa encrucijada fatal y esperanzadora al mismo tiempo. ¿Queremos ser cromagnon o neanderthales?
Vaello lo refleja de una forma muy clara en su gran libro. Ante los cambios, ante la innovación, los seres humanos en general y el profesorado en particular, pueden adoptar dos roles muy distintos:
“Estatuas: son profesores conservadores y generalmente poco receptivos, aferrados a un modo estático e invariable de hacer las cosas basado en la costumbre, que les aporta seguridad y comodidad, lo que suele llevar aparejado un rechazo a cualquier posibilidad de cambio y una tendencia a la evitación de riesgos, a no ser que vean claras ventajas en las propuestas innovadoras que se le hacen.”¿No les resulta curioso? Sin duda, a esas horas de la noche uno ya no razona bien, pero creo que la idea no es del todo disparatada. Después de todo, con el éxito que están teniendo muchas iniciativas basadas en la retransmisión de vídeo por Internet, como la Academia Khan, ¿por qué no sustituir a los docentes con una PDI conectada a Internet que transmita el conocimiento de forma efectiva al alumnado? ¿Se imaginan? Sólo es cuestión de contratar a los mejores
“Plantas: dispuestos a incorporar cambios que les permitan evolucionar, siempre abiertos a aprender y mejorar, a la caza de nuevas
Mientras esa sea la concepción de nuestra labor, mientras los contenidos sigan siendo el centro de atención (aunque no se aprendan, ni se apliquen, ni se combinen), mientras dar el temario sea nuestra misión, nuestra profesión estará condenada a desaparecer.
¿Suena disparatado? ¡Ojalá! Eso significa que vemos la Educación como algo que va mucho más allá de la mera transmisión de contenidos al alumnado desde un púlpito, de la memorización por parte de estos y de la regurgitación al estilo Cut&paste el día del examen... Y es que una vez se han pegado los contenidos al papel o al cuestionario de Internet, poco queda dentro...
Los cambios no son sencillos y en ningún momento se puede reducir la problemática de la Educación al daño ocasionado por una metodología obsoleta (ahora disfrazada con TIC); hay muchos otros factores igual de importantes, como el hecho de que existan muchos padres y madres que dedican mucho dinero a sus hijos... y poco tiempo; por no hablar de esa horda de habitantes del planeta educativo (y ciudadanos en general) que, aún llevando 20 años fuera del aula, se atreven a decir cómo debe ser o cómo no debe ser el trabajo a realizar; o a decir que el profesorado no trabaja lo suficiente... La idea de fondo, por tanto, es animar al cambio y, ante todo, respetar el derecho al mismo por parte de los valientes que se adentran en esa necesaria aventura... ¡Porque son el futuro!
(Este post está dedicado a Aida Ivars, ¡una cromagnon increíble!)
Qué grande eres. Este blog promete muchísimo. Cuando necesite cargarme las pilas, me pasaré por aquí. Un abrazo fuerte.
ResponderEliminarGracias por el post desde la isla de enfrente. me plantearé invitarte a mi país imaginario donde la educación es algo importante.
ResponderEliminarGracias Carlos, por encontrar este hueco para compartir tus pensamientos que tanto nos ayudan a mantener los pies en el suelo aunque lo hagas desde el más alto de los vuelos… ¡Un abrazo, cargado de ánimo para que sigas así!.
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